Viviré con su nombre, morirá con el mío.


Viviré con su nombre, morirá con el mío.
Jorge Semprún.
Quintento.


Novela que combina la autobiografía y el ensayo poliítico para contar la historia de un intelectual español que es capturado en el año de 1944 en Francia por el ejército Nazi durante la Segunda Guerra Mundial, y confinado al campo de concentración de Buchenwald.

En el crudo invierno de 1944, la dirección central de los campos de concentración envía un requirimiento a la oficina de la Gestapo en Buchenwald: ¿vive aún el deportado Jorge Semprún, de 20 años, matrícula 44,904? Los comunistas prisioneros en el campo interceptan el mensaje y planean ocultar al joven tras la identidad de otro preso agonizante. El recuerdo de esta situación sirve a Semprún para situarse en el núclero más duro y trágico del campo de la muerte. La esperanza y la solidaridad, que contrapuntea el horror, componen este imborrable episodio de su vida. Mientras sus recuerdos nos conducen, en un emocionado recorrido por el tiempo, del París ocupado por la clandestinidad y a otros momentos más próximos, el obstinado retorno al pasado, revivido mediante la escritura, adquiere un sentido superior a la luz del presente: amigos camaradas de la Resistencia, ecos de la niñez en Madrid, perfiles femeninos, el recuerdo de una canción, versos que resuenan como sortilegio…

“Yo viviría con su nombre, él moriría con el mío. En resumidas cuentas, él me iba a dar su muerte para que yo pudiese seguir viviendo. Intercambiaríamos nuestros nombres, lo cual no es poco. Con mi nombre él se convertiría en humo; con el suyo yo sobreviré, si es posible.”

Debo confesar que a mí en lo particular no me llaman mucho la atención de las historias de este tipo, en donde se narran todos los horrores que experimentaron las personas que tuvieron la desdicha de estar en un campo de concentración. Ni siquiera las novelas de Irme Kertez, que es premio de Literatura, me han atraído por lo mismo. Pero esta novela que no le gustó mucho a mi mujer, la tomé de su buró y me gustó mucho. En primera creo que se debe a que en ese entonces yo estaba lidiando con la pesada redacción de Luis María Pescetti y su Ciudadano de los zapatos. Y que enorme diferencia con la prosa de Semprún que es muy clara y amena.

Además se me hizo de alguna manera bastante disparatado gran parte de lo que ahí cuenta, como el hecho de que en Buchenwald hubiera una biblioteca desde donde le fue posible leer a William Faulkner y George Lucaks, por mencionar algunos. No dudo que esto pudo ser, pero nadie negara que suena muy loco ¡una biblioteca en medio de un campo de concentración!
Muy interesante conocer la historia de una persona que salvó la vida gracias a que logró cambiar su identidad, con la de un moribundo; siendo esta acción una especie de tatuaje en la memoria que lo dejara marcado para el restro de su existencia.

Novela muy interesante desde el punto de vista histórico, político, pero sobre todo literario. La recomiendo ampliamente para los que se interesan en conocer acerca de esa pesadilla histórica que fue el mal llamado Holocausto.

Comentarios

Marilui dijo…
OK. Te prometo terminar de leerla algún día.
Besitos
Salvatore dijo…
Bueno, me parece muy bien. Como eres mejor lectora que yo podrás hallar muchas sutilezas que a lo mejor yo por la premura no puede alcanzar a ver.

Este es uno de esos libros que uno quiere acabar lo antes posible. No porque esté mal escrito o aburrido, sino más bien por todo lo contrario. ¿Qué enorme contradicción, no?

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