Biblioteca de Alejandría virtual (sin sentido).

Para escribir es necesario leer primero. Pero, ¿por dónde empezar a desentrañar ese viejo arte escritural y espiritual?
No creo que sea tiempo para comenzar desde el mero principio y leer todos los clásicos latinos que se conocen. Recordemos todo lo que se perdió en la Biblioteca de Alejandría.
Pienso en la posibilidad de mi relato del hombre que está dividido en tres partes. En la primera se dedica de manera obsesiva a afeitar cuanta cabeza se interpone entre él y su máquina de afeitar.
En la segunda es un mero remedo que sueña con la posibilidad de detectar los efluvios de las mujeres, a través de una extraña formulación molecular en la composición del oxígeno. ¡El pobre hombre ve pedos azules!
Y en la última fase de su enfermedad descubre la manera en que morirá en un Blog igualito a este.
Ya no hay límite para el hipertexto que se expande como lo predijo Borges en la Biblioteca de Babilonia. Pronto será tanto el texto que haya en la red, que será imposible entenderlo. Pronto -sino es que ahora mismo- las máquinas planearán en secreto el exterminio de la raza que las creó.

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