El cuidadano de mis zapatos

El ciudadano de mis zapatos.
Luis María Pescetti.
Sudamericana.

El ciudadano de mis zapatos (novela que ganó el Premio Casa de las Américas 1997) fue lanzada en Argentina por Editorial Punto de Lectura (Grupo Alfaguara). Santiago, el protagonista, busca su rumbo entre permanentes traslados: desde su pueblo a la ciudad, de la ciudad a la costa y de allí al exilio, apenas guiado por su necesidad de trabajo, su deseo de amor y confusos sueños de éxito, independencia y realización. En un país de amplios paisajes y horizontes estrechos, sus vacilantes pasos sólo se afirmarán cuando, en el curso de un verano, se hagan presentes dolorosamente la enfermedad y la muerte. Entrañable historia de iniciación, peculiar road movie, El ciudadano de mis zapatos guarda el secreto de los mejores relatos: enfrentarnos a la conmovedora peripecia humana haciéndonos reir y llorar.

A mí en lo particular esta novela me pareció de lo más pesada, mal contada y sin sentido que por más que traté de acabarla me resultó imposible. No sé siquiera cómo es que hasta ganó el Premio de Casa de las Américas.

De verdad lo siento porque la música de este interesante artista que ha dedicado una buena parte de su vida a los niños sí me gusta bastante. De hecho, su programa que se transmite en Radio UNAM me agrada bastante. También he asistido a varios de sus conciertos que siempre están llenos de gente; y no sólo de niños, sino de personas de todas las edades.

Pero volviendo a la novela, me parece muy mala por dos cosas principalmente: está llena de términos argentinos (insufribles después de un rato de lectura); además de que los diálogos están muy mal construidos que el mismo autor tiene que poner acotaciones en los mismos, como si se tratara de una obra teatral.

Éste es uno de esos pocos libros que no puedo terminar de leer. Lo bueno es que son siempre pocos (un par a lo mucho en un año), pero nunca me imaginé que sería el de Pescetti uno de ellos: lástima para todos los fans del artista argentino que visite este blog. Y peor aún qué mala onda por mí, en el sentido de que yo también me considero un fan suyo.