Fin de semana en la FIL.

EL FIN DE SEMANA estuve en la Feria Internacional del Libro (FIL) 2007, en su edición número veintiuno, que se realiza en la ciudad de Guadalajara, capital del estado de Jalisco. La verdad es que me la pasé muy bien junto con mi amada esposa Marilui y mi cuate Enrico. Ninguno de los tres habíamos tenido la oportunidad de asistir a tan importante evento, para aquellos que amamos los libros y el baluarte cultural que representan.



El país invitado este año fue Colombia, por tal motivo se están realizando diversas actividades culturales en torno a este país que tanto tiene en común con México. Una de las más importantes es el homenaje que se da al escritor colombiano Álvaro Mutis, quien ha vivido la mitad de su larga vida en nuestro país.

Este año también se le dio el Premio FIL al poeta, narrador y ensayista, Fernando del Paso, por su importante carrera en el mundo de las letras. Aunque, es una tristeza que el premio no lleve más el nombre de Juan Rulfo, al que por cierto, Del Paso le escribió una carta para contarle lo que ha pasado en México y en el mundo en estos 21 años que el autor del Llano en llamas lleva de muerto. La carta la leyó en la ceremonia de premiación ante un Felipe Calderón que se quedó de una pieza cuando el autor de Noticias del imperio dijo: amigo Juan, seguimos igual o peor que cuando te fuiste. Rodeados de malos gobernantes por todas partes.



Por cierto, la ceremonia de inauguración se vio manchada por la presencia del que se dice presidente de México, sin serlo, me refiero a FECAL, que hizo de las suyas. Aunque la apertura de la Feria estaba planeada para las 11 de la mañana del día sábado 24: lo que nadie sabía era que el evento pasaría de ser abierto a todo el público a “VIP” (sólo para el presidente y su enorme séquito), quienes impidieron la entrada de miles de personas, por más de dos horas. Afuera la gente comenzó a desesperarse al ver que no los dejaban entrar, mientras el “querido presidente” estuviera en la Expo-Guadalajara, sede del evento. Con gritos de “¡vete, Calderón!”, “¡no te quieras adueñar de este evento que es de la gente!”, “si quieres te hacemos una Feria para ti solito en los Pinos” y “¡qué te vayas, te digo, estoy muy molesto contigo!”, una multitud cada vez más numerosa y enfurecida esperaba a que el mandatario abandonara el recinto —escoltado por un fuerte operativo militar— para que la gente pudiera acceder.

Ya dentro, y después de quedarnos asombrarnos con la magnitud de editoriales —más de mil 600 casas editoriales de 39 países— pudimos presenciar la conferencia magistral de uno de mis escritores mexicanos favoritos, de todos los tiempos, Carlos Fuentes, quien para variar sorprendió a propios y extraños contándonos un avance de la que será su nueva novela. Tras la conferencia el autor firmó autógrafos. Y aunque mi cuate Enrico estaba formado para que le firmara su libro, los organizadores de la siguiente conferencia decidieron que el autor no firmaría más justo cuando él iba a pasar. Al otro día, Enrico comentó aún molesto, mientras nos desayunábamos muy gustosos una deliciosa carne en su jugo (platillo típico) en el no menos tradicional mercado de San Juan de Dios: ¡Lo sabía! ¡No quiero volver a saber nada de Carlos Fuentes en toda mi vida! Bien dicen que no es bueno conocer a las personas que admiras; porque si te hacen un desplante como el que me ha hecho él a mí: ¡caen de tu gracia de por vida!




Mi mujer, mi cuate y yo compramos un buen de buenos libros difíciles de conseguir en México o mucho más baratos que aquí; que pronto y con calma estaré comentando. De hecho, le he prometido a mi mujer que no volveré a comprar un libro en dos años.

La verdad es que la FIL es un evento que vale mucho la pena, no sólo por los libros en sí, sino por la oportunidad de conocer un montón de editoriales de otras partes del mundo, autores, actividades; aderezados con el encanto inherente de la Perla Tapatía, Guadalajara.

Para finalizar sólo quisiera comentar que nos lanzamos en camión e hicimos siete horas de viaje. De regreso nos venimos en avión, que no tardó más que 40 minutos, entre Guadalajara y Toluca. ¡Fue en Toluca en donde nuestra travesía comenzó! ¡Hicimos cuatro horas de la capital del Estado de México a la Central Camionera del Norte! De esas cosas que sólo pasan en México. El día de hoy hicimos en realidad nueve horas y media, si tomamos en cuenta que salimos del hotel en donde nos hospedamos a las 6:00 de la mañana y llegamos a nuestras casas a las cuatro de la tarde. Pero, bueno, ¡valió la pena!



NOTA: La FIL estará abierta hasta el domingo 2 de diciembre. Si tienes oportunidad de ir, lánzate. Es una experiencia que vale mucho la pena. Aquellos que ya han asistido anteriormente no me dejarán mentir.