Principios de contabilidad

Principios de contabilidad 
Arturo Gutiérrez Plaza
CONACULTA
2000



En Principios de contabilidad hay una evidente gusto por nombrar las cosas cotidianas, revistadas por un halo mágico, el que le da la segunda mirada del asombro. Así, por ejemplo, a través de las piedras Dios interroga a los hombres; o los libros suelen marcar "...el itinerario de los días"; o la jornada diaria es el fracaso "de un sol que no sabe sostenerse/ y cae", detalles todos que evocan una cartografía vieja e inventada.

Historia Triste

Hay gente
en quien la tristeza
resulta inevitable. 
La llevan adherida
desde el rostro
hasta los zapatos. 

Parecieran caminar 
sobre hojarascas. 

Por más que tratan
de convencer a la alegría,
ésta siempre les rehuye, 
se les esconde
o les pone mala cara. 

Gutiérrez Plaza recorre los límites de una vigilia en que las consejas se unen a los pensamientos dichos en voz baja, porque siempre hay un vecino (Dios, una mujer, las manos, los muertos) dispuesto a descifrar los enunciado en el silencio.

DE LOS PELIGROS DE LA LECTURA 

Cuando se tiene mucho tiempo
entre libros, con el habla adormecida
por el peso compacto de la soledad. 

Cuando la lectura se torna obsesiva, 
cordialmente indiferente a la poca luz. 

Cuando las páginas ya leídas
comienzan a dibujarnos otras páginas
(no leídas aún) en la memoria
y las voces de aquellos a quienes leemos
renacen melódicas en nuestros oídos, 
es momento de tomar algunas precauciones, 
no sea que corramos el riesgo
de dejar ser Sanchos
para terminar en Quijotes.




Arturo Gutiérrez Plaza (Caracas, 1962) poeta y ensayista, es ingeniero en computación y maestro en literatura contemporánea. Entre sus libros destaca: Al margen de las hojas (1991). Con Principios de contabilidad el autor obtuvo el III Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz.



BUENOS VECINOS

Sé que tras esta pared
mi vecina escucha lo que pienso. 
Por eso pienso en voz baja
sin comprender del todo lo que digo. 
Intuyo que la imagino desnuda, 
sola sobre su cama, 
pensando en lo que pienso tras la pared. 
Tampoco yo alcanzo a escuchar 
lo que ella piensa. 
Lo hace bajito, 
como yo, entre las sábanas.

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