Retazos de amor

Retazos de amor 
Francisco Javier Estrada
Ediciones Arlequin 
1999




Cada que voy a la Biblioteca Vasconcelos, procuro traerme a casa un libro de poesía mexicana. Me gusta la poesía y todas sus derivaciones, en particular la prosa poética, porque se acerca mucho a lo que malamente hago frente a un papel en blanco: una serie de palabras sin sentido.

Aunque ahora he de confesar que no me gustó casi nada el trabajo de Francisco Javier Estrada, no porque los textos en prosa poética estén mal de por sí. Sino porque siento que debido a las licencias propias del género, ahora cualquiera podría ser un poeta.

Durante mi vida he conocido al menos a un par de mujeres con cierto talento para la escritura que tenían cuadernos llenos de este tipo de textos, ellas se sentían tocas por la musa de la creatividad. A mí me gustaban ellas, por eso nunca opinaba sobre lo que realmente me parecía su trabajo.

Hoy, no estoy amargado, ni resentido con la vida, pero no puede entrar a la propuesta estética que nos propone el autor, quizá más adelante le dé una oportunidad para leerlo de nuevo o de plano me dedique a publicar la enorme cantidad de textos sin sentido que he escrito a lo largo del tiempo y me convierta en un nuevo vate.

De todos modos dejo aquí dos textos, para que seas tú, amigo lector quien juzgue.

REVÉS

El cielo observa la flor lánguida que vestida de otoño recarga sus carnes sobre el anciano edificio, las lágrimas de los muros resbalan como el deslave de gastadas ansias de un viejo volcán, que sabe cercano a la agonía de sus mejores tiempos; desfallecen sus fuerzas instante a instante: es de lluvia de diamantes nostálgicos acariciando a la planta estropeada por Cronos, cuya belleza también es cosa del pasado.

Manos nerviosas tejen el hilo oscuro de la noche, tejen y tejen los luceros en la manta, astros que no son otra cosa que las lágrimas argentinas de la amante del universo, nada detiene este destino de recuerdos y sueños acabados en la imaginación de Dios. Es la mujer un triste remedo de su belleza anterior. Son sus dedos pobres vagabundos que jamás van a ningún lado. Son el escape de una historia que se estrelló en el muro de la realidad: los enamorados que ella soñó eran burladores vestidos de fantasma con cola de demonios.
Ania

Ella ve en la palma de su mano lo que no fue, por ejemplo, el instante extraviado que mira a la fortuna ir atenazada del infante nacido el año próximo, imagen  imborrable de la irrecuperable ansiedad cósmica: truena el esqueleto como campana de madrugada. Canto sangrante, esfera de las artes tocada por los dedos pintados de rouge vaporoso. Canto de sirenas, pasaje por donde el hechizado se suicida al ignorar la obligación de taponarse los oídos: alma crédula, piensa que su amor desfigurado está en la armonía de las voces femeninas que le lloran como flores marchitándose; ajeno a monstruos, a cíclopes de mala vida: clama por su suerte de navegante cansado. Ojos quemados por el cruel astro, piel ajada respirando seco líquido oye por último a un minotauro que camina círculos, que corrompe su visa plagada de nubes apesumbradas en el laberinto. Es el tiempo un pequeño instante que deja el ritual o un espanto.

Es el sonido de la música el paso de los sentimientos en total batalla contra el día. Todos miran lo que sucede en esa tierra de nadie. La calle está plagada de callejeros canes y mirones que gritan destempladamente por el caído. Nadie mira a nadie, todos están hipnotizados por el hombre que es cameleón abandonado en el pavimento. Navegante que nunca ha salido a ningún lado. Preso que se ha fugado por última vez de la cárcel de la vida, ganándole al final la partida.

PESPUENTE

Camina, sombra de viento, enamorado soplo cuyo aroma cosa el último sedal que deja el olvidado ayer, envuelve en ojos de oscuros fulgores de inteligencia el pespunte de la cita que aún no termina, mira entre sus dedos figurines esbozando siglos de promesas escritas en el envés de las hojas muertas: bosque amarillo cubierto por sábana susurra elucubraciones por las tardes y se recoge como si regresara a la placenta, su primer hogar. Tus dedos dejan hilos nerviosos de espasmos inolvidablemente orgiásticos. Suaves manos se inscriben en mi faz con ilusión de sueño cotidiano, me tejen y destejen los pómulos, la nunca, el cuello y retiran de mi frente el cabello rebelde de caricias. Aliento aún no te alejas y ya tomas el próximo suspiro los mejores sentimientos. Es un prét-a-porter que camina la pasarela sin descanso, siente sus destellos barrocos en el jersey de su vestimenta, en ese hilar e hilar los sueños por la tez que nunca acaba.

Alaitz

La imagen esbelta del cuerpo posado en la roca, que ha sido mía en fantasías del tiempo, se dobla como hoja y pétalo en las yemas de mis dedos, magos y merlines que extrañan el fuego del viento; imagen dulce y suave en el escote profundo, como si fuera el viejo sueño dorado, y se hiciera apesadumbrado remanso del otoño.

SOBRE EL AUTOR

Francisco Javier Estrada [Arellano] es un escritor, docente y promotor cultural mexicano. Licenciado en Pedagogía y posgraduado en Enseñanza de la Filosofía por la Universidad de Roma. Diplomado en Arte Colonial por la Universidad Anáhuac. Integrante del Ateneo del Estado de México desde 1989; de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística smge (correspondiente al Estado de México) desde 1995; y del Centro Toluqueño de Escritores cet desde 1999. Socio de la Sociedad General de Escritores de México sogem desde 2003. Cofundador de la Fundación para las Letras Mexicanas flm. Fundador y presidente de la Asociación Civil Casas del Poeta Estado de México. Fundador de la Editorial Cuadernos del Borde.


Autor de numerosos libros y artículos en revistas y periódicos tanto nacionales como estatales. Compilador de numerosas antologías. Entre los cargos que ha ocupado destacan: oficial mayor del Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México, director de Patrimonio Cultural y director de Servicios Culturales del Estado de México. 
Ha publicado en poesía: Reflexiones, Tus palabras viene con vientos, Sol esmeralda, Círculo de vuelo, Circunstancias, Escombros, Así es la felicidad. Amorosos fantasmas azules, Cohabitar la manzana, Gracias al mar, La mesura de las cosas y Nostalgia. 

En ensayo: Pedagogía y vida de Sor Juana, Vasconcelos el renacentista y Filosofía de la cultura a fin de siglo. 
Ganador del segundo lugar de la Convocatoria Internacional sobre Vida y Obra de José María Heredia y Heredia. Fundador de los Premios Nacionales de Poesía Primer Sueño; del Premio Rey Poeta Nezahualcóyotl; del Premio Estatal de Poesía Ixtapanzihuatl; y del Premio de Poesía Joven José María Heredia y Heredia.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Tú puedes ser el mejor...

Jesús: una historia de iluminación

Diario de Greg. Un renacuajo