Novela de ajedrez
Stefan Zweig 
Manuel Lobo (Traductor)
Acantilado 

Problamente la novela corta que más he releído, junto con Aura de Carlos Fuentes, la novela de ajedrez posee una de las tramas más adictivas para mí, y para todo jugador de ajedrez: la confrontación entre dos rivales tan distintos entre sí; pero tan poderosos en su juego que uno no puede parar durante las 95 páginas que la conforman, hasta averiguar quien gana. 




Por una parte está el joven campeón. Mirko Czentovic, hijo de un remero, que al quedar huérfano es adoptado por el párroco de un pequeño pueblo en Yugoslavia, pronto mostrará un talento inusitado para el ajedrez; y sólo para eso. Parace ser que carece de toda inteligencia social y su única hablidad es para el "juego de reyes". 




Por la otra, está la conmovedora historia del señor B, quien cuenta su desgarradora historia, al pasajero del barco (narrador en la novela) que va de Nueva York a Buenos Aires, y que es el escenario princial de este match literario ajedrecístico sin igual. B, tenía en Austria un pequeño despacho de abogados; al ser capturado por las SS de Hitler, es aislado en un austero cuarto de hotel. Ahí se le recluye por varios años en espera que la ansiedad de enfrentarse ante la NADA lo obligue a confensar donde se encuentran las cuentas bancarias de sus clientes más acaudalados. Al borde de la locura, B roba a uno de sus custodios un pequeño libro que contiene partidas históricas de ajedrez. 

En un princpio, B, no sabe nada del juego, pero conforme pasa el tiempo, es capaz incluso de reproducir las partidas enteras en su mente.





Todo empieza cuando un pasajero de un trasatlántico que se dirige de Nueva York a Buenos Aires, descubre que el campeón del mundo de ajedrez Czentovic, se encuentra a bordo. El pasajero no tarda en sentirse fascinado por la personalidad del genio ajedrecístico, un rara avisdotado de un talento para el ajedrez sin igual.
El pasajero (que es a su vez el narrador) no puede resistir la tentación de conocer al campeón, pero no lo tendrá nada fácil debido a la personalidad esquiva y huraña de éste. A su causa se le une un orgulloso escocés de nombre Mc Connor, que está acostumbrado a lograr lo que persigue. Entre los dos, se las arreglan para retar a Czentovic a una partida, previo pago de una jugosa cantidad de dinero.

Como era de esperar, Czentovic vapulea a sus contendientes aficionados. Lo hace con una arrogancia y suficiencia tal, que solo hace picar más el orgullo de éstos que vuelven a desafiarlo. Sin embargo, esta vez se une a la partida el señor B., un espectador que interviene en un momento decisivo en favor de los amateurs. A partir de ahí, tomará las riendas y llevará la partida hasta unas milagrosas tablas que provocan la crispación de Czentovic.

El pasajero y Mc Connor no pueden estar más excitados y tratan de organizar una nueva partida entre el señor B. y el campeón del mundo de ajedrez. Con mucho esfuerzo, se logra convencer al señor B., que resulta ser un noble vienés víctima del nazismo. Pero no se trata de una víctima de un campo de concentración, sino de una “víctima refinada”, categoría más sofisticada que engloba a los que poseen altas sumas de dinero o bien han estado en contacto con clases pudientes.

Era el caso del señor B., que en su momento trataba con miembros de la burguesía austriaca repudiados por Hitler. A este tipo de prisioneros ‘refinados’, los nazis los destinan a un aislamiento total que mina progresivamente su moral y capacidades mentales y neurológicas, hasta que desesperados, acaban por confesar donde está el dinero. Es así como el señor B., desesperado dentro de un habitáculo donde no hay nada, excepto una cama, o una ventana sin vistas, irá consumiéndose paulatinamente.

Una novela adictiva que no puedes parar de leer y que además de mostrarnos el gran talento de Zweig como narrador, nos muestra la delgada línea que existe entre genialidad y talento; y como el ajedrez puede pasar de ser "sólo un simple juego", en una de las obsesiones más terribles a las que la mente humana puede enfrentarse. 

Novela magistral y corta, para ser leída en un par de sentadas. Cabe mencionar que es la novela póstuma de Zwieg, quien decidió quitarse la vida junto con su esposa Lotte Altmann, el 22 de febrero de 1942, tras la persecución judía del Tercer Reich. Una noche antes de su muerte se dio tiempo para jugar ajedez con su vecino. 

La carta suicida en donde explica las razones por las que decidió quitarse la vida:




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