Charlie y el gran ascensor de cristal

Charlie y el gran ascensor de cristal

Roald Dahl 

Alfaguara

Todos deberíamos conocer al menos algún libro de Roal Dahl, este maravilloso escritor galés, que no sólo me parece un genio de la literatura encaminada para chavitos y jóvenes, sino un verdadero genio de las letras universales. Con sus fabulosas historias no sólo se han divertido tres generaciones en todo el mundo, sino que aquellos adultos que se adentran a su obra reencuentran ese niño que se rehusa a morir en nuestro interior. 

La segunda parte de Charlie y la fábrica de chocolate, nos trae de nuevo a los mismos personajes de la entrega pasada, con la inclusión de unos monstruos llamados Knidos, que tienen forma de huevo, pero pueden adoptar la forma que más les plazca. Su ataque suele ser mortal. También aparecen dos nuevos inventos del señor Willy Wonka, el Vita-Wonka, y el Wonka-Vita, que no son más que unas vitaminas que sirven para rejuvenecer o envejecer, respectivamente. 

Ahora las aventuras no sólo ocurren en la fábrica de chocolate y sus catacumbas, sino que llevan a nuestros amigos: el Sr. Wonka, Charlie, sus padres y abuelos, por el espacio. 

Con pasajes para desternillarse de risa, esta segunda entrega no es menos buena que la primera, y como diría el buen Willy Wonka, en sus arrebatos de genialidad: "Dos agujeros son mejor que uno. Cualquiera puede decírtelo". 

A cinco años de haber leído la primera parte, que confieso me gustó más, Charlie y el gran ascensor de cristal me ha agradado y entretenido por una semana. Y me ha fascinado la capacidad y el talento de este autor para sacar de su imaginación un mundo lleno de sarcasmo e ironía, lleno de fantasía.