¡Ya no hacen así literatura para chavitos!

El león y el perrito y otros cuentos
León Tolstoi
Alekos (Ilustrador)
Francisco Montaña (Traducción)
LIBROS DEL RINCÓN (SEP) 


"Para que los niños aprendan a leer, es necesario que primero amen la lectura, y para que amen la lectura, es necesario que lo que lean sea comprensible y entretenido". Tolstoi



En una de mis tantas incursiones a la Biblioteca Vasconcelos me encontré con este bello ejemplar, que en principio me llamó la atención por el autor, tan importante en el panorama de las letras universales.

Tolstoi descubrió en sus años como maestro que los libros que más le gustaban al pueblo no eran lo que estaban escritos para ellos, sino los que salían de su propia vivencia como los dichos, las leyendas, los relatos y los sucesos reales, cercanos a sus propias experiencias y a la tradición oral. 



"He notado que los niños manifiestan mucho más deseo por este tipo de narraciones que los adultos. Los niños las leen y las releen numerosas veces, las aprenden de memoria y las vuelven parte de sus juegos y conversaciones". 




Este volumen de la colección Cajón de Cuentos presenta una selección de los relatos, las descripciones, las leyendas y los cuentos que Tolstoi incluyó en las versiones definitivas de los Cuatro Libros para Lectura en Ruso, con la intención de dar una idea de las diversas temáticas tratadas por el novelista en sus textos escolares, y poner así al lector en contacto con este maravillosa serie de narraciones, hermosas por su sencillez y concisión. 

Y para una muestra de la belleza de los relatos, aquí les dejo justamente el que da título a este estupendo volumen, que fue entregado gratis en cientos de escuelas, como parte del excelente proyecto de fomento a la lectura que se conoció como Los libros del rincón; y que como casi siempre -a pesar del enorme presupuesto que se le asignó en un principio y las buenas intenciones de los organizadores- no prosperó. Quizá porque en gran parte muchos de estos bellos ejemplares gratuitos dirigidos principalmente a niños y jóvenes se quedaron en las bibliotecas de las escuelas llenándose de polvo; o peor aún, han sido vendidos clandestinamente por los profesores que no leen, pero sí ven cómo obtener beneficios de estos hermosos materiales. 

Bueno, no quiero hacer más corajes y ahora sí les dejo el relato:

EL LEÓN Y EL PERRO

En un jardín zoológico de Londres, se mostraban las fieras al público a cambio de dinero o de perros y gatos que servían para alimentarlas.
Una persona que deseaba verlas, y no poseía dinero para pagar la entrada, cogió al primer perro callejero que encontró y lo llevó a la Casa de Fieras. Le dejaron pasar e inmediatamente echaron al perro a la jaula del león para que éste se lo comiera. El perro asustado se quedó en un rincón de la jaula, observando al león, que se acercó para olfatearlo.
El perro se puso patas arriba y empezó a menear la cola.
El león le tocó ligeramente con la pata y el perro se levantó, sentándose sobre sus patas traseras.
El león iba examinándolo por todas partes, moviendo su enorme cabeza pero sin hacerle el menor daño. Al ver que el león no comía al perro, el guardián de la jaula le echó un pedazo de carne. El león cogió un trozo y se lo dio al perro.
Al llegar la noche, el león se echó en el suelo para dormir y el perro se acomodó a su lado, colocando la cabeza sobre la pata de la fiera.
A partir de entonces, los dos animales convivieron en la misma jaula. El león no hacía ningún daño al perro, dormía a su lado y a veces incluso jugaba con él.
Cierto día, un señor visitó el zoológico y reconoció al perro que se había extraviado. Fue a pedir al director que se lo devolviera, y cuando iban a sacarlo de la jaula el león se enfureció y no hubo forma de conseguirlo.


Así, el león y el perro siguieron viviendo en la misma jaula durante un año entero.
Al cabo de un año, el perro se puso enfermo y murió.
El león dejó de comer, se puso triste y olfateaba al perro, lamiéndolo y acariciándolo con la pata.
Al comprender que su amigo había muerto, se enfureció, empezó a rugir y a mover la cola con rabia, tirándose contra los barrotes de la jaula, como queriendo destrozarla.
Así pasó todo el día. Luego se echó al lado del perrito y permaneció quieto, pero no permitió que nadie se llevara de la jaula el cuerpo sin vida de su amigo.
El guardían creyó que el león olvidaría al perro si metía a otro en la jaula, y así lo hizo, pero, ante su asombro, vio cómo lo mataba en el acto, devorándolo.
Luego, se echó nuevamente, abrazando al perro muerto y permaneció así durante cinco días. Al sexto día, el león también murió.

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