¡Hasta pronto, querido maestro!




El pasado 15 de mayo, justo un día antes de que se cumplieran 95 años del natalicio de Juan Rulfo, Carlos Fuentes -una de las plumas más poderosas de nuestras letras de todos los tiempos- murió debido a una hemorragia masiva, causada por un úlcera en el tubo gástrico, aparentemente causadas por el consumo de aspirinas.


Las letras mexicanas se encuentran de luto ante la pérdida de uno de sus mayores exponentes. Perteneciente a una generación que conformó el "Boom latioamericano" al lado del colombiano, Gabriel García Márquez, el peruano, Mario Vargas Llosa, el chileno, José Donoso, y el argentino, Julio Córtazar. Fuentes indagó como pocos en la genealogía mítica de "lo mexicano" y "del mexicano". En este espacio literario me sumó a los honores nacionales que se dan con motivo de su inesperado deceso. 

Será enterrado por decisión personal en el no menos célebre panteón parisino de Montparnasse, donde compartirá la eternidad al lado de personajes como Jean Paul-Sartre, Simone de Beauvoir su entrañable amigo, Julio Córtazar, Charles Baudelaire, Samuel Beckett y Guy de Maupassant, por mencionar tan sólo a algunos. 

El día de hoy miles de personas, entre amigos cercanos, deudos, amigos y admiradores, nos dimos cita en el Palacio de Bellas Artes, para darle las gracias por ser tan generoso y compartir su enorme talento; y para decirle "hasta pronto, querido maestro". 


Sus búsquedas formales estaban emparentadas con sus pasiones y amores más profundos. Sus "cicatrices literarias" venían de diversas tradiciones y épocas, como Cervantes y Faulkner, y gracias a ellas su obra es a un tiempo cosmopolita y profundamente mexicana, en más de un sentido. 

Aunque nunca obtuvo el Premio Nobel de Literatura - y muchos pensamos que debió ganarlo-, Fuentes se llevó consigo reconocimientos y premios de la talla del Xavier Villaurrutia, el Cervantes y el Príncipe de Asturias. 



Criticado y denostado por muchos, sobre todo por sus opiniones políticas, Fuentes no dejaba nunca de escribir, publicar y recitar textos maravillosos, que mostraban a un verdadero monstruo literario, de esos que lamentablemente han comenzado a extinguirse. Un hombre que vivía y respiraba literatura por cada uno de sus poros; y a quien le preocupaban los problemas de México en particular, y del mundo en general. 


Él decidió llamar al conjunto de su obra La edad del tiempo  un proyecto gigantesco, como su propio autor. Obra en la que el tiempo es el eje rector a través del cual el lector va pasando por diversos estadios o "tiempos".  Tal es el caso de La región más transparente, obra maestra publicada en 1958. 



Su maestría en el uso de diversas estructuras narrativas como dramáticas es lo que personalmente a mí me fascina de su obra. Fuentes el hombre ciudadano del mundo que parecía ser capaz de leerlo todo, escribirlo todo y decirlo todo con sus poderosas palabras. 

Generaciones de mexicanos hemos sido marcados por esta Edad del tiempo, que no terminará nunca, porque justamente es una suerte de laberinto borgiano que tiene la capacidad de autoreproducirse hasta el infinito.

Para todos los que hemos tenido el placer y el reto de leerlo, está de más cualquier palabra que pueda agregar a este verdadero monstruo de las letras universales.

Para todos aquellos que no lo han leído aún, les espera un universo literario tan rico, basto y poderoso, que seguramente disfrutarán.

Hoy la muerte, uno de los temas que tanto le obsesionaban, lo ha llevado para conocerla. Pero su imaginación y talento seguirán con nosotros por generaciones. Honor pues a quien honor merece.



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