El coronel no tiene quien le escriba


El coronel no tiene quien le escriba
Gabriel García Márquez 
ERA

Curiosamente hace un año leí a un Nobel de literatura, dentro de mi serie Los premios Nobel de Literatura, en aquella ocasión se trató de Mil grullas del escritor japonés, Yasunari Kawabata, que no me gustó mucho. 



Retomando esa línea de lectura con García Márquez, a quien tenía mucho tiempo no visitaba. Y aunque para algunos de mis amigos lectores cercanos, su obra ya no es propositiva: por muchas y diversas razones que no describiré aquí. Para mí, fue muy grato volver a leer un poco de esta prosa en español que ha fascinado a propios y extraños. 

La trama: un viejo espera con una mezcla de desesperanza y devoción que llegue finalmente su liquidación por parte del ejército después de quince años. Su mujer y él viven en la más cruel de las miserias; y para colmo de males hace poco mataron a su único hijo. Acompañados con un gallo, el coronel y su esposa afrontan la difícil situación con lo único que les queda: dignidad. 

Una historia que hurga de manera asombrosa en los sedimentos de la condición humana, ante una situación tan extrema y tan inhumana como la pobreza que aqueja a millones de personas en el mundo posmoderno. 



Con El coronel no tiene quien le escriba uno no puede más que conmoverse y sentirse un poco culpable. Un pieza breve en su basta obra que retrata con sutileza la dignidad del coronel de manera entrañable. 

Para aquellos que dispongan de dos horas, aquí les dejó la adaptación de Arturo Ripstein de 1999, que para ser sinceros a muy pocos gustó en México. A ver qué les parece a quienes no la han visto. A mí en su momento no se me hizo tan mala, pero claro, no había leído la novela. Habrá que verla ahora ya con más referentes y a la distancia. 



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