Drácula y la tradición romántica de la novela.


Drácula
Bram Stoker
Ediciones Milenio.


Esta es una de las mejores novelas que he leído en toda mi vida. No había tenido oportunidad de leerla, a pesar de tenerla en casa desde mucho tiempo atrás. Me parece que en esta magistral obra se cumple aquello que una vez me dijo Juan Villoro en una entrevista: “toda novela es fondo y forma. La mayor dificultad de escribir una novela es precisamente que no debe parecerse a ninguna otra: aunque la temática puede ser algo muy trillado, la estructura, el lenguaje y el tono de la misma la deben hacer a un mismo tiempo perteneciente a una tradición; y al mismo tiempo una innovación en el campo de lo formal”. Desde mi punto de vista, Drácula, cumple cabalmente esta doble condición porque además de introducirnos a un mundo por demás fascinante —que es el del vampiro y toda la mitología que hay en torno a esta terrorífica figura—; nos cuenta la historia por medio de un lenguaje fragmentario que proviene de los diarios de los protagonistas, cartas, telegramas y notas sueltas. En ese sentido creo que me he enamorado de esta poderosa novela romántica, por su impecable estructura.

Pocas son las novelas que hacen uso de este recurso epistolar en la actualidad. Y menos son aún las que resultan eficaces en términos de construcción dramática e intención comunicativa. Cuando uno comienza a leer el diario de Jonathan Harker, desde ese momento inaugural de la novela uno sabe que está ante una gran obra de la literatura inglesa de todos los tiempos, y que los cinéfilos me perdonen pero me parece que ninguna adaptación cinematográfica ha podido capturar en su totalidad, la oscuridad, la maldad, el suspenso y la profundidad de la obra literaria.

Me parece que estamos ante una pieza cumbre del movimiento romántico. La novela, publicada en mayo 1897 (Westminster, Archibald Constable and Company), despliega erudición sobre vampirismo. El vampiro ha logrado la no muerte, más que la inmortalidad, puesto que está condenado a vivir casi como un espectro. El término vampiro es eslavo, proviene del serbio "vampir" y del ruso "upir". No existe en rumano una palabra para designar al vampiro. Algunos traducen el término rumano "strogoi" como vampiro, pero este vocablo se refiere a una bruja o especto, no a un vampiro. Algunos dicen que "nosferatu" es la palabra rumana para vampiro, pero en realidad proviene del griego "nosophoro", que significa "portador del mal". La verdad es que los vampiros ni siquiera provienen de Transilvania, vienen principalmente de Hungría, Serbia, Moravia y los países eslavos.

Y bueno ni qué decir de la construcción de sórdidas atmósferas y excelentes personajes, como los doctores Abraham Van Helsing[1] y John Seward. Así como las bellas de la historia Lucy Westenra y Wilhelmina Harker (antes Murray).

La verdad es que estoy muy contento con la lectura de esta estupenda novela y ahora puedo entender, porque es que hay tanto daketo en el mundo. Pues cómo no, si está bien chido todo el rollo del vampiro. Lástima que Ann Rice se ha dedicado a lucrar con él, a costa de la calidad literaria, pero eso es ya material para otro comentario.

[1] Quien por cierto ha servido de modelo para una nueva saga de películas de acción, protagonizada por Hugo Jackman (actor australiano, mundialmente famoso por su papel de Wolverine en las películas de los X-Men).

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