El gran cambiazo
Roald Dahl
Anagrama
1994.

Originalmente publicado en Londres en 1974, bajo el título de Switch Bitch[1], este original y divertido libro de cuentos, nos muestra una faceta poco conocida —al menos por mí— de uno de los escritores de literatura infantil y juvenil más importante del siglo pasado. Conocido mundialmente no sólo por sus novelas para niños, sino también por las múltiples adaptaciones cinematográficas que se han hecho de su basta obra literaria, como Jimy y el durazno gigante, Matilda y Charile y la fábrica de chocolates, por mencionar los casos más recientes, el escritor británico Dahl es poseedor de una visión particular del mundo de los adultos, que plasma con mucha picardía en esta serie de cuatro relatos en donde aparece uno de sus personajes más entrañables, Oswald Cornelius Handryks, mejor conocido como el Tío Oswald, quien será el protagonista de dos de las historias que aparecen en este volumen, curiosamente con el que comienza El visitante y aquel que cierra Perra. Este personaje es el clásico Don Juan enamoradizo y lleno de recursos para conquistar a cuanta fémina le llama la atención. Y como todo buen Don Juan, también posee sus excentricidades. La verdad es que entrar en los pormenores de las anécdotas tan fabulosas que cuenta, nos es mi intención, pero he de confesar que me llamó profundamente la atención su afición por la tela de araña, para mandarse a hacer corbatas de este material; tanto así que tiene su propio jardín lleno de estos arácnidos; así como su colección de escorpiones vivos (que se presume como una de las más grandes en el campo de la botánica).

En este libro el autor nos muestra en cuatro sencillas lecciones cuáles pueden ser las consecuencias de llevar a cabo nuestras fantasías más calenturientas. Y lo más hermoso es que lo hace, sin tener que ser obvio en sus aseveraciones. Aprendemos a través de los desaguisados que los protagonistas de las historias padecen. Y a la par de aprender de los errores de los demás; nos damos la divertida de nuestras vidas.

La literatura erótica que nos hace reír no es muy común encontrar. Tal vez se deba a que este autor es un maestro de la ironía, y sabe hacer uso de ella para meter al lector tan adentro de la historia como quiere.

Estos relatos, cuyos temas centrales son el sexo y el placer, bajo su aérea y burlona apariencia son, a su vez, ácidas parábolas sobre la fragilidad del amor, la fatuidad del eterno masculino y la tenebrosa incertidumbre de la existencia.

La obra fue merecedora del Gran Prix de l’Humor Noir. En El invitado, el Tío Oswald se involucra con dos bellas mujeres, madre e hija, y resulta engañado y perjudicado incluso en su salud. Perra cuenta la búsqueda del Oswald por encontrar la fragancia que vuelva irresistible hasta la más fea de las mujeres. Tanto así, que el hombre que la perciba no pueda resistir la imperiosa necesidad de hacerle el amor de inmediato. Para esto se ayuda de un científico poco escrupuloso y harto demente: ¡los resultados son hilarantes!! El gran cambiazo describe la ingeniosa estratagema concebida por dos maridos libertinos respecto a sus confiadas esposas. El último acto es el relato del reencuentro de una viuda y un antiguo pretendiente, en el que refulge también esta característica tan significativa de Roald Dahl: poner en evidencia las fisuras de la “normalidad”, y mostrar cómo en una situación aparentemente trivial se agazapa el horror. Sin lugar a dudas una lectura refrescante, profunda y enriquecedora que todo aquel que ama las historias bien contadas no debe dejar pasar.



[1] Cambiemos de perra. Traducción mía.

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