Memorias de mis putas tristes
Gabriel García Márquez
Diana/Mondadori
2004

El pasado 17 de abril, Gabo dejó este plano para convertirse en inmortal.

Mucho se ha dicho del Premio Nobel de Literatura (1982), que aquí sólo diré que la mejor manera de homenajear a un autor, vivo o muerto, es leyéndolo.

No había tenido la oportunidad de leer su última novela. Me gustó el tema. Me sentí muy identificado. Los que saben de la trama y me conocen quizá sepan porqué.

Los que no me conocen y no saben nada de la trama, sólo les diré que es bastante depresiva y decadente, y quizá por eso me gustó.

Al contrario de sus admiradores y sus detractores, yo hallo en Gabo un placer en leerlo, sin fijarme obsesivamente en su prosa refinada y sonora. A mí, desde Los funerales de la Mamá Grande (1962), me ha gustado leerlo, como si se tratara de los cuadernos o apuntes de un viejo amigo.

No sé, acabo de cumplir años. Soy muy feliz. Y me gusta leer al Gabo. Como bien dice un letrero de las Librerías Gandhi: "cien años no alcanzarán para agradecerte", todo ese placer literario que nos ha heredado.


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