Una calentadita a medias

Nueve semanas y media
Memorias de un amor
Elizabeth McNeill
Manuel  Sáenz de Heredia (Traductor)
Tusquets
Colección La sonrisa vertical No. 30
10ª Edición en México, 1992.

“Cuando caí en la cuenta de que mí orgasmo era siempre perfectamente previsible, hacía tiempo, como es natural, que era familiar a mi cuerpo. No cabía duda sobre el poder que aquel hombre ejercía en mí. Me corría cada vez que me ponía en movimiento, como un buen juguete de cuerda. El humor favorable o desfavorable a hacer el amor era algo que recordaba como algo leído en algún libro. No era cuestión de insaciabilidad, sino de inevitabilidad de la respuesta. Hiciera lo que él hiciera, siempre, inevitablemente, terminaba yo por correrme. Tan 
sólo variaban los preludios”. (pág. 141)
Elizabeth McNeill era una joven ejecutiva en una gran empresa en Nueva York cuando decidió publicar su única obra. Nada más se sabe de la autora de este clásico contemporáneo de la literatura erótica, que se publicó originalmente en 1979. La novela es una suerte de diario autobiográfico, en donde la autora “nos introduce” en los dos meses más significativos, iniciáticos y reveladores para ella en lo referente a la sexualidad y el amor.
Un documento que ofrece un testimonio de primera mano acerca de las contradicciones, los misterios y los placeres inconfesados de una sumisión libremente aceptada y llevada hasta sus últimas consecuencias.
La novela comienza muy bien con una gran economía del lenguaje. En principio me pareció un diario amoroso muy bien escrito. Después siento como que la autora se sale un poco de ese tono intimista que le va muy bien a la obra; y opta por una cuestión técnica mucho más efectista.
Lo erótico es aquí utilizado como una suerte de efecto especial, que busca emocionar e impactar al lector, no siempre con fortuna.
Aunque la historia de iniciación de esta mujer —de quien nunca se revela su nombre— resulta hasta cierto punto interesante, se queda a años luz de la intensidad erótica y literaria de Historia de O de Pauline Réage, que fue la última novela del género que leí y reseñé en este mismo espacio. Curiosamente la obra de Réage es mencionada en una escena de Nueve semanas y media.

Leí esta novela por pura casualidad, originalmente estaba buscando en la Biblioteca Vasconcelos, El club de la pela,  célebre novela de Chuck Palahniuk, pero no la hallé, en su lugar tomé ésta que estaba en el mismo anaquel—de la que como muchos otros, tenía la referencia por película ochentera de Adrian Lyne, protagonizada por Mickey Rourke y Kim Bassinger—; así que decidí llevármela a casa para echarle un lente. El resultado de la novela me pareció casi el mismo que el de la película: una historia con un par de escenas eróticas perfectamente olvidable. Aunque confieso que la escena en donde ella comienza a hacer un strip-tease para él —de quien tampoco sabemos su nombre— y termina masturbándose siempre ha estado presente en muchas de mis fantasías.

Hacia el final, el texto se mejora y me agrada la manera abrupta en que acaba la historia.
La recomiendo sobre todo para las personas que tienen problemas con la redacción de sus textos y les gustan las historias cachondas. Aquí la descripción es sucinta y clara. Los diálogos son ingeniosos y las escenas eróticas son bastante explícitas.


“Estoy sentada en un asiento de esquina del metro. Sólo han sido dos meses, poco más de nueve semanas, he pasado dos meses descontrolada. Frente a mí se ha sentado un muchacho, con el pelo rizado caído sobre la frente redonda, camisa desabrochada, un libro abierto rígidamente sujeto con las dos manos. Le miro sin pestañar, mi cuerpo está líquido, flota. Me devuelve la mirada; dos veces he intentado sonreír. Tengo las manos dobladas en el regazo, las palmas abiertas, una dentro de otra. No sonrío. Soy consciente de mi nuevo poder, y el muchacho sentado al otro lado del pasillo también lo es. Seguramente no es un poder nuevo, probablemente es antiguo. Simplemente no lo conocía: abandono”.  (pág. 155)





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