Bajo tu clara sombra.

Bajo tu clara sombra (de Libertad bajo palabra).
Octavio Paz
Fondo de Cultura Económica
México, 1935.


Perteneciente a la primera compilación poética del vate, Libertad bajo palabra, publicada en el Fondo de Cultura Económica en 1960, se trata de un esfuerzo conjunto por parte de la editorial y del autor por dar conocer lo más relevante de su canto del periodo (1935-1957). Y creo que en este caso — tratándose de Paz— mis palabras sobran.

LIBERTAD BAJO PALABRA.
Allá, donde terminan las fronteras, los caminos se borran. Donde empieza el silencio. Avanzo lentamente y pueblo la noche de estrellas, de palabras, de la respiración de una agua remota que me espera donde comienza el alba.
Invento la víspera, la noche, el día siguiente que se levanta en su lecho de piedra y recorre con ojos límpidos un mundo penosamente soñando. Sostengo al árbol, a la nube, a la roca, al mar, presentimiento de dicha, invenciones que desfallecen y vacilan frente a la luz que disgrega.
Y luego la sierra árida, el caserío de adobe, la minuciosa realidad de un charco y un pirú estólido, de unos niños idiotas que me apedrean, de un pueblo rencoroso que me señala. Invento el terror, la esperanza, el mediodía — padre de los delirios solares, de las falacias espejeantes, de las mujeres que castran a sus amantes de una hora.
Invento la quemadura y el aullido, la masturbación en las letrinas, las visiones en el muladar, la prisión, el piojo y el chancro, la pelea por la sopa, la delación, los animales viscosos, los contactos innobles, los interrogatorios nocturnos, el examen de conciencia, el juez, la víctima, el testigo. Tú eres esos tres. ¿A quién apelar ahora y con qué argucias destruir al que te acusa?Inútiles los memoriales, los ayes y los alegatos. Inútil tocar a pertas condenadas. No hay puertas, no hay espejos. Inútil cerrar los ojos o volver entre los hombres: esta lucidez ya no me abandona. Romperé los espejos, haré trizas mi imagen — que cada mañana rehace piadosamente mi cómplice, mi delator. La soledad de la conciencia y la conciencia de la soledad, el día a pan y agua, la noche sin agua. Sequía, campo arrasado por un sol sin párpados, ojo atroz, oh conciencia, presente puro donde pasado y porvenir arden sin fulgor ni esperanza. Todo desemboca en esta eternidad que no desemboca.
Allá, donde los caminos se borran, donde acaba el silencio, invento la desesperación, la mente que me concibe, la mano que me dibuja, el ojo que me descubre. Invento al amigo que me inventa, mi semejante; y a mi mujer, mi contrario: torre que corono de banderas, muralla que escalan mis espumas, ciudad devastada que renace lentamente bajo la dominación de mis ojos.
Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día.

TU NOMBRE
Nace de mí, de mi sombra,
amanece por mi piel,
alba de luz somnolienta.
Paloma brava tu nombre,
tímida sobre mi hombro.

BAJO TU CLARA SOMBRA
II
Tengo que hablaros de ella.
La que suscita fuentes en el día,
la que puebla de mármoles la noche.
Es el mismo reposo el que respira
es su callada vena;
la huella de su pie
es el centro visible de la tierra,
la frontera del mundo,
sitio sutil, encadenado y libre;
discípula de pájaros y nubes
hace gritar al cielo;
su voz, alba terrestre,
nos anuncia el rescate de las aguas,
el regreso del fuego,
la vuelta de la espiga,
las primeras palabras de los árboles,
la blanca monarquía de las alas.
No vio nacer al mundo,
mas se enciende su sangre cada noche
con la sangre nocturna de las cosas
y en su latir reanuda
el son de la mareas
que alzan las orillas del planeta,
un pasado de agua y de silencio
y las primeras formas de la materia fértil.
Tengo que hablaros de ella:
de un metal escondido,
de una hierba sedienta,
del silencio compacto de un arbusto;
del ímpetu invisible
que hace crecer las cosas,
de lo que sólo vive
como sangre y aliento.
Del silencio del mundo
del tumulto del mundo.
Tengo que hablares de ella...
Un día seré digno de
y mis labios dirán
esta noble ignorancia,
esta fresca costumbre
de ser simple tormenta, rama tierna.

Comentarios

ZERO dijo…
El Paz...

Durante mis años pubertos se le acusaba de ser un pinche viejo reccionario de ultra derecha, quiza era cierto, pero sus letras lo redimen...

en lo particular prefiero "la carta de creencia" y aquel que dice...

rapidas manos frias quitan una a una las vendas de la sombra, abro los ojos, todavia estoy vivo, en el centro de una herida todavia fresca...

o algo asi... ahora vuelvo, voy a releer al paz.
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