Las ciudades invisibles.


Las ciudades invisibles.
Italo Calvino
Siruela, 1972.


Pocas cosas reflejan tan bien esa compleja abstracción que hemos denominado civilización como lo son las ciudades: “esos grandes desiertos sobre poblados” de los que habla constantemente el autor austriaco Peter Handke. Las ciudades son el mayor testimonio de los prodigios y de los enormes conocimientos —en diversas áreas— que hemos alcanzado como especie sobre la Tierra, con un objetivo común inicial: ser más felices, viviendo bajo la “protección” y el “bienestar” que sólo las ciudades pueden darnos. Así tenemos que ciudad equivale a civilización humana. Y no son pocas las ciudades que han quedado como pilares de nuestro paso por el tiempo y nuestra evolución cultural. Nombres como Constantinopla, El Cairo, Atenas, Alejandría, Mesopotamía, Teotihuacan y muchas más han quedado en los anales como “cuna de todas las civilizaciones posteriores”.

Y ni que decir de las ciudades modernas, verdaderos valuartes de ingeniería, arquitectura y un aparente caos matemático ordenado. Lugares que han modificado radicalmente la faz de nuestro planeta. ¿Quién no ha oído hablar de París, Londres, Madrid, México, Buenos Aires, Montevideo, Berlín, Belfast, San Petersburgo, Hong- Kong? Cada una con su propia historia y sus propios protagonistas. Aunque con el arribo de la globalización —desde principios finales del siglo XIX— cada una de ellas comenzó a perder un poco de su personalidad, para irse fundiendo en una sola ciudad sin final ni principio, en donde cada uno de sus habitantes también comenzó a perder la identidad. Y de pronto comenzó a dar lo mismo estar en Nueva York que en Filadelfia o Boston. Pareciera como si el viajero que va de una ciudad a otra, llevara consigo a todos los conciudadanos de la ciudad procedente, incluyendo las calles, las costumbres e incluso los ademanes.

Es precisamente este problema de las ciudades carentes de identidad y, por ende, “intercambiables” entre sí; la motivación inicial que llevó a Italo Calvino por un periplo de casi veinte años. Él mismo comenta que le llevó tanto tiempo poder tener el borrador final, porque sólo escribía sobre las ciudades invisibles de manera muy esporádica; a la par de trabajar en otros proyectos. El resultado es un trabajo que a lo mejor a los seguidores de este gran escritor les resulte disperso e incluso menor, dentro de la gran obra de este autor, sin duda, uno de los más importantes del siglo XX. Aunque muchos críticos especializados en su obra, juzgan a este su séptimo libro, como una verdadera obra maestra.

La idea central es muy sencilla: Marco Polo —ese incansable viajero veneciano—le narra por las tardes y las noches al gran sire Kublai Khan, emperador de los Tártaros, acerca de las ciudades que ha ido conociendo de su reinado. Un reinado que se extiende no sólo hasta los confines geográficos más insospechados; sino hasta los confines que la basta imaginación de Calvino alcanza a vislumbrar en lontananza. Marco Polo divierte al emperador con las narraciones de las ciudades que ha visto. El emperador se concreta a escuchar los relatos fantásticos y pronto se percata que todos estos lugares mágicos son en realidad un mismo lugar. Entonces Kublai Khan sabe que el fin de su basto imperio, sus ciudades y de él mismo se aproxima.

Hay dos particularidades formales en la disposición del libro y su estructura. La primera es que todas las ciudades llevan el nombre de una mujer. La segunda es que estén divididas en curiosas categorías: Las ciudades y el deseo; las ciudades y la memoria; las ciudades y los muertos; las ciudades ocultas; las ciudades continuas; las ciudades en miniatura; las ciudades y el cielo.

El trabajo es bastante interesante porque Calvino nos propone ciudades que sólo existen en su imaginación, pero que sin problema alguno pudieron haber existo, o quizá existan algún día: sino es que existen ya. Ciudades en donde no hay aire en sus calles, sólo arena. Ciudades en donde el tiempo nunca pasa, porque nunca ha sido necesario que pase. Ciudades subterráneas —réplicas exactas de las ciudades exteriores—habitadas por muertos. Ciudades áreas y acuáticas, llenas de misticismo y complicados diseños urbanos. Ciudades en donde todo es deseo tornado en concreto, acero y las curvas sutiles de sus habitantes. Megalópolis sin principio ni fin, en donde todas las demás ciudades están comprimidas, antologazas, fundidas, reunidas. Micro ciudades del tamaño de un pétalo de rosa, en donde todo es proporcional a su fantástica superficie. Ciudades de memoria sin tiempo ni espacio. Ciudades del encanto perpetuo, en la que toda vez que se ha entrado es imposible salir. Ciudades con confines y sin ellos, que se funden en nuestra imaginación para recordarnos que si alguna vez pudimos ser una sociedad con la suficiente capacidad para “imaginar” una ciudad, y proyectarla en el plano físico, ahora quizá sea un buen momento para recomenzar desde cero. Borrar los mapas, destruir nuestras ciudades llenas de odio, estrés, malos entendidos, y guerra. Y comenzar —como Marco Polo—un periplo que nos lleve hasta cada una de las ciudades que Calvino nos describe en su libro.

Tras su lectura, me sentí profundamente contento de vivir en la ciudad de México. Esa ciudad con un karma bastante especial, y con una historia mítica inigualable. Una ciudad que le llamaba mucho la atención a Italo Calvino, precisamente por su historia y por su intensa vida cultural. Una ciudad invisible que otrora fuera llamada por don Alfonso Reyes, la región más transparente. Una ciudad que fue devastada por un terrible terremoto el 19 de septiembre de 1985—por cierto, causualmente el día que murió Calvino—; y que a pesar de eso se levantó de entre sus escombros, sólo para confirmar esa frase implícita en el primera novela de Carlos Fuentes: “¡A la ciudad de México no la chinga nadie cabrones!”.

Comentarios

Salvatore dijo…
Pues muchas gracias Kinky por visitar mi página. Sinceramente espero que la visites de vez en cuando y me des tus puntos de vista.
Te mando un abrazo.
James dijo…
Mi estimado "chavatore" me parece fascinante el contenido de la obra a la que te refieres, sin lugar a dudas la explicas muy bien, de una manera que no deja lugar a la duda o la incertidumbre, espero seguir leiendo mas de lo que tienes ke decir, nada que ver con las estupideces que yo posteo... te veo en la escuela...
Saludos de Jaime!!
Anónimo dijo…
Ke onda Salvatore!!
Wow me encanto tu recomendación y la comparto al 100%
Lograste que leyera el libro ompleto en dias! Bueno, de hecho todas las lecturas que has dejado han sido acertadas para que le de un tiempo a la lectura, gracias.
Me encanto la belleza reflexiva que Calvino trata en este libro; Jugando con la imaginación pero basandose en la realidad para lograr ver más allá de Las ciudades invisibles...Saludos.

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