Se me ocurre que...

Ante la imposibilidad real de la escritura he estado leyendo un buen libro que se llama Los papeles del Inmune, de un escritor alemán de quien no recuerdo ahora su nombre. Y la verdad me da hueva ir al baño a ver cómo se llama. Y como probablemente lo mencionaré en una entrada posterior, pues para qué me tomo tanta molestia.
Ante la imposibilidad de la escritura, nos queda la gratificante posibilidad de la lectura. Aunque es una costumbre cada vez más rara, en medio de este mundo poblado de realidad virtual, DVD, VCD y MP3.
Aunque se me ocurre que han sido muy buenas herramientas, los seres humanos (catalogados como seudo-humanos) por todos aquellos que están trabajando en la investigación y creación de todas estas nuevas tecnologías, no estamos aún muy bien preparados para tal embate tecnológico y científico.
Es verdad que son muy útiles para preservar y recuperar muchos datos antes inaccesibles, a un precio relativamente asequible. Sin embargo, la gran mayoría de las personas sólo consume estas tecnologías sin tener ni remota idea de la poderosa influencia ideológica que sobre ellos se está ejerciendo. Tan sólo hoy, mientras daba un tranquilo paseo con mi esposa por el tiangüis de la San Felipe, (al norte de la Ciudad de México), me di cuenta de que muchas de las personas que compran VCD de las películas de estreno; no tienen incluso la mínima idea de lo que se están llevando a casa. Ellos sólo compran y no tienen conciencia acerca del tráfico ideológico que se opera desde el momento de la compra, la reproducción en casa y el posterior cambio por un título más reciente.
Pareciera ser que la gente ya no tiene la mínima capacidad de retención: ni siquiera en el ámbito de la cultura visual que hoy impera. La gente se sorprende con historias que no sólo resultan obvias y predecibles, y que acaso sean interesantes por los aditamentos de orden tecnológico. Pero qué la vamos a hacer, para ser que nadie se puede salvar de consumir sin razonar antes de la compra. Pareciera ser que cada vez está más claro lo que George Orwell profetizó en 1984:
"sólo se vive para el consumo, pues es ésta la única acción que parece tener sentido".

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