El ruido y la furia


El ruido y la furia
William Faulkner 
La nación

El ruido y la furia (The sound and the fury) es la historia de la decadencia de una familia centrada en los hijos de Jason Richmond Lycurgus Compson III y Caroline Bascomb Compson; Quentin (1891-1910), Candace (Caddy) (1892- ), Jason Lycurgus IV (1894- ), y Benjamin (Benjy) (1895- 1936), así como en la hija ilegítima de Caddy (1911- ), llamada también Quentin.

La novela está dividida en cuatro partes cada una de las cuales sucede en un día determinado y tiene un narrador distinto:

Siete de abril de 1928 - Benjy Compson
Dos de junio de 1910 - Quentin Compson
Seis de abril de 1928 – Jason Compson
Ocho de abril de 1928- narrador omnisciente.

Mucho se ha hablado sobre El ruido y la furia, sobre el sentido de lo que se cuenta en la novela, tanto que tras sus primeras ediciones, Faulkner tuvo que incluir un apéndice que a partir de entonces acompaña a la novela como parte de la obra. En el Apéndice se traza una genealogía de los Compson que en cierta manera explica la tragedia de la decadencia de una familia (un hermano suicida, una hermana desaparecida al igual que su hija, un hermano idiota, castrado y encerrado en un manicomio, y un hermano solterón, violento, racista y avaricioso, todos hijos de un padre alcohólico y una madre histérica e hipocondríaca) pero que realmente explica la dependencia de la riqueza con la posesión de la tierra, una tierra que, como desarrollaría en muchas ocasiones Faulkner, se niega a ser poseída o es imposible poseer.

Y en última instancia nada de todo esto, nada de lo explicado en el Apéndice, nada de lo que podamos extraer de lo que se nos cuenta en la novela tiene demasiada importancia. Porque El ruido y la furia es una magnífica obra maestra en la que lo que se cuenta ocupa un segundo plano. Lo importante, lo magistral es cómo se cuenta.

Y es una excelente ocasión para comprobar como desarrolla Faulkner las distintas voces de la narración a partir de unas premisas muy sencillas que individualizan y caracterizan a los narradores. Y ese es a la vez un logro y un fracaso, ya que uno de los pocos defectos atribuibles a la pluma de Faulkner es la uniformidad a la hora de plasmar sus ideas a través de distintos narradores:

Benjy es un retrasado, “un niño idiota” “capaz de saber lo que sucedía pero no por qué”, es una voz atemporal a la que su memoria marca un presente inmutable a los cambios, una voz caótica en lo que se refiere al orden pero no en lo que se refiere a los sentimientos, una voz primordial que obedece a impulsos primarios, que se prende de los olores, las voces, los nombres, los colores... el color del fuego...

Quentin es un hombre muerto. Es, de todos, el más joyciano de los narradores de Faulkner, aprehendiendo en su último día sobre la Tierra los colores del mundo. Pero mientras el sol brilla luminoso ese día junio sobre Cambridge, Massachussets, la oscuridad del pecado y la culpa invaden el corazón de Quentin. La pérdida, para sus incestuosos deseos, de su hermana Candance, casada dos meses antes, le deciden a quitarse la vida. La muerte y el carácter de albacea de la memoria histórica de la familia, y del Condado, definen a Quentin narrador.

Jason es iracundo, visceral, violento y embustero. Sin embargo no es un narrador engañoso. Lo que se plasma en el papel son los pensamientos enfermizos del tercer hermano de la familia Compson, tan caóticos y atemporales como los de Benjy, a quien odia con toda su alma.

Existe una especie de gradación en la complejidad literaria de los distintos narradores (aunque la “forma” interna de construcción de frases no varía demasiado... siendo éste uno de los detalles que hacen de Faulkner un gran escritor, no se puede decir estrictamente que sea un defecto) un gradiente negativo que culmina con el narrador omnisciente de la cuarta parte, el que podríamos llamar el narrador habitual de Faulkner.

Aunque al escritor según confiesa, le queda la sensación de no haber terminado convenientemente la obra, al lector le queda el Apéndice para completar las lagunas de la narración. Por una vez, sin que sirva de precedente recomendaría a quien se enfrenta por primera vez con El ruido y la furia que lea primero el Apéndice para situarse históricamente con los personajes.

Sin embargo pienso que lo mejor es enfrentarse a la novela sin ningún conocimiento previo sobre ella. Lo que hace que El ruido y la furia sea una obra maestra sin ninguna duda no es precisamente lo que cuenta, aunque también influye, sino la manera magistral de Faulkner de plasmar sobre el papel su magnífico mundo interior (del que era único dueño y propietario)

NOTA: El anterior comentario no es mío, lo tomé del blog: http://ellamentodeportnoy.blogspot.com/2005/12/un-faulkner-la-semana-iv-el-ruido-y-la.html

He de confesar que a mí Faulkner no me gusta casi nada. Siendo ésta la segunda novela que leo de él, la primera fue Santuario, y no le entendí nada. En El ruido y la furia me pasó casi lo mismo, con la excepción de que como ya tenía la idea previa del estilo de este premio Nobel, pues ya no me sacó tanto de onda. En el comentario se comenta que lo que cuenta no es tan importante, como lo es la manera  en qué cuenta las cosas. En ese sentido, podemos decir que es un autor que privilegia la forma por sobre el fondo. 

Es curioso pensar que aunque no me gusta nada el estilo ni el trabajo de Faulkner; sí me agrada que haya influido en al menos dos de mis escritores favoritos: Juan Rulfo y Carlos Fuentes, los dos mexicanos. 

No me gusta ese estilo de dejar tantos cabos sueltos para el lector, porque siento que esa literatura además de ser compleja, con el paso del tiempo se va tornando críptico. Pero bueno, esa es mi opinión. Te invito a que leas a Faulkner y me des tu punto de vista al respecto. 

Comentario de Ernesto Sabato: "Leí a Faulkner apasionadamente en mi juventud. Él ha dejado en mí huellas narrativas como lo ha hecho en Rulfo, en García Márquez, en Onetti; y en tantos otros escritores. Faulkner, en la historia de la familia Compson, revela sin concesiones la miseria humana, cifrada en el desamor. El ruido y la furia es, sin duda, una de las novelas del siglo". 

Comentarios

Dolores Garibay dijo…
No he leído nada de Faulkner principalmente porque le doy prioridad a escritores hispanoamericanos, aunque está en mi lista de pendientes.

Prometo leer pronto este libro y compartirte mi opinión :)

Besos chilangos

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