Luis Sepúlveda un escritor colombiano que le canta al planeta.


Un viejo que leía novelas de amor.
Luis Sepúlveda.
Tusquets.
1993.


Novela que le canta a la naturaleza y a la sencillez de un anciano que creció en una pequeña comunidad indígena, en donde aprendió todo lo necesario para volverse sabio. Al parecer Sepúlveda trata de hacer una indagación profunda en torno a la sociedad contemporánea a partir de una tesis simple: ¿qué tan sabios somos los que vivimos en las grandes ciudades?

La respuesta no es simple, porque implica hacer una reflexión acerca de qué tan sabia puede considerarse una sociedad humana que le ha dado la espalda a la madre naturaleza, y lejos de respetarla y amarla ka hemos ido destruyendo cada vez más, precisamente por la falta de conciencia ecológica que priva en nuestros macro hogares de concreto.

La novela nos cuenta la entrañable historia de Antonio José Bolívar Poraño, un viejo que leía historias de amor a cuentagotas, debido a que sabía leer, pero sólo podía hacerlo de una manera parsimoniosa: debido a que tenía que ir leyendo palabra por palabra, hasta poder retenerlas en la mente, y crear imágenes a partir de ellas. Esta es una de las más poderosas metáforas del amor que deberíamos profesar por las palabras. En uno de los ocho capítulos que conforman la novela, el viejo conversa con su principal proveedor de literatura, el dentista del pueblo El Idilio, situado en alguna parte de la selva amazónica, y le comenta que le gusta ir asimilando cada una de las palabras que lee, mientras reflexiona en por qué cada uno de los personajes las pronuncia. El viejo, es toda una personalidad dentro de la comunidad, vive solo en una cabaña en las afueras del pueblo, cerca del río, acompañado por el recuerdo de su mujer muerta hace mucho tiempo, cuando todavía los dos eran jóvenes. Al morir ella, el viejo pensé que su vida carecería de sentido, pero para su fortuna se topó con una raza de hombres primitivos, los Shuar, que lo “adoptan” y le enseñan a amar y respetar la tierra que pisa.

Los Shuar, son una raza de cazadores cuya arma principal es su astucia y conocimiento del terreno.

Debido a que en el pueblo de El Idilio aparece el cadáver de un hombre que fue atacado y asesinado por una fiera —aparentemente una puma—, el comisario del condado emprende la caza del animal para erradicar el peligro que se cierne sobre las comunidades aledañas. Como el animal está molesto deben ser precavidos, y por tal motivo, contratan al mejor rastreador del rumbo, Antonio José Bolívar.

La novela nos canta a la intimidad de nuestras raíces, con la esperanza que recomencemos a amar a nuestro planeta y a su belleza. Es un bello entretenimiento que nos recuerda también que debemos reaprender a amar y respetar a las palabras, pues de ellas estamos hechos.

Comentarios

Anónimo dijo…
Me hiciste recordar esta novela que leí hace unos cinco o siete años. Serñia muy bueno que nuestros alumnos la leyeran para el próximo cuatrimestre. por cierto, te recomiendo la última novela-ensayo de Federico Reyes Heroles: habla sobre el amor como un cálculo matemático. A ver si intercambiamos con la de "Más Platón y menos Prozac"
Anónimo dijo…
me gustó leer el libro sin embargo, para un alumno que tiene que leer el libro le parece la portada poco interesante como la presentación del mismo .......me gustaría que hicieran una edición más llamativa para ellos bueno suerte a todos.......sigan leyendo es genial!
Anónimo dijo…
esta novela no fue de mi agrado pero tengo que aceptar que luis sepulveda logra poner en mi mente una gran cantidad de imagenes a traves del libro que me transportan a un mundo realista y a la vez inimaginable.
ari-16

Entradas más populares de este blog

Jesús: una historia de iluminación

Trece latas de atún

Sintaxis del vampiro