De camino a Babadag: memoria de lo inexistente

De camino a Babadag
Andrzej Stasiuk
Alfonso Cazenave (Traductor)
El Acantilado
Barcelona, 2008



"Viajar es lo que nos trae felicidad; no el destino".
Dan Millman


JAMÁS HUBIESE LEÍDO este libro a no ser por recomendación de mi buen amigo, el profesor Mario, ávido y riguroso lector, desde sus años formativos en la H. Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM. Él me comentó muy entusiasmado acerca de esta propuesta literaria, y es a él, a quien de alguna manera, le dedicamos esta breve reseña crítica.

Al principio el libro me atrapo por el enorme lirismo que utiliza el escritor polaco para irnos introduciendo en el que él denomina en otro de sus libros, su Europa, que por cierto, nada tiene que ver con la que todo mundo piensa y de la que todos tenemos ciertas nociones: aunque nunca hayamos estado ahí.

Se trata más bien de la Europa profunda, una Europa tan ignota incluso para los propios europeos, que podemos decir que se trata de la Europa abandonada de las grandes megalópolis. Aquí nos hallamos de frente ante la Europa profunda y desconocida para la mayoría de los mortales.

Una Europa que se ha negado a las ideas de progreso y modernidad, y que tiene por divisa el pasado perpetúo y la melancolía de lo que nunca será.

Conmovedor “cuaderno de viajes” de un hombre que a raíz de una fotografía de un músico ciego y su joven asistente, tomada a principios del siglo pasado, se obsesiona por encontrar de frente a ese hombre y agradecerle por la belleza de las notas que jamás escuchará.



De camino a Babadag, en su viaje por una Europa olvidada, de Polonia a Hungría, de Rumanía a Eslovenia, de un pueblo a otro, atravesando fronteras que han cambiado de lugar. Una Europa condenada al olvido, la marginación y, al cabo, su inexistencia. Y ahí está precisamente una de las cosas más hermosas que tiene  este libro: el poder mostrarnos con los ojos de un viajero, ese mundo que más que real, parece ficcionado y fantasmal, y que recobra su existencia, gracias a la pluma de Stasiuk. Convirtiéndose su novela en un verdadero atlas de geografía humana, en donde las diversas lenguas, culturas y modos de ver el mundo se entremezclan en una amalgama de dolencias, sueños rotos y recuerdos inmemoriales, donde recuerdo y leyenda se yuxtaponen en un ciclo perpetuo. La maestría del autor, al describirnos y hablarnos de estos lugares nos hacen dudar acerca de su real existencia. Quizá se trata de una Europa totalmente ficticia, como lo es cada uno de nuestros recuerdos de viaje. Casi siempre que narramos a otros esas vivencias, lo que hacemos es literatura pura, porque a nuestros recuerdos les agregamos un sinfín de detalles que jamás ocurrieron: salvo en nuestra imaginación, que seguido nos hace bromas pesadas.

“Todo indica que me gustaría tener mi propio país. Para recorrerlo sin cesar. Un país sin fronteras definidas, un país que ni siquiera sepa de su propia existencia y al que le importen un bledo que se lo inventen y entren en él. Un país soñoliento con una política imprecisa y una historia como arena movediza, con un presente como hielo frágil y una cultura como los palacios gitanos de Soroca. Ninguna otra cosa podría subsistir aquí sin riesgo de parodia”.página, 274

Son tantos y tan raros los nombres de los lugares por los que pasa en su periplo, que muchos de ellos se me han olvidado. Sin embargo, el capítulo dedicado a Moldova, me ha parecido extraordinario.

A mi pequeño hijo, le leía algunos fragmentos, en donde se menciona a Vlad Tepes, que tanto a mi esposa, como a mí, a un tiempo nos fascina y nos aterra, por obvias razones. A nuestro pequeño ese nombre siempre le ha impresionado muchísimo.

También aparecen otros personajes importantes de esta región, destacando los célebres rumanos Mircea Eliade y Emil Cioran. Siendo el último, un filósofo muy admirado por mi buen amigo, el profesor Mario, a quien de paso, agradezco que me haya permitido deleitarme con esta lectura, que insisto, de no ser por él, jamás habría tenido la oportunidad de leer. En ese sentido, también es importante mencionar la manera en que este libro llegó a mis manos; y ver lo distintas que son las bibliotecas de mis contemporáneos a la mía: me parece fascinante, al grado de preparar un artículo completo al respecto, que pienso publicar dentro de poco en el portal de el periódico El Financiero.


El viaje como metáfora de nuestro paso por este plano material y de nuestra búsqueda de identidad, es el otro tema magistralmente tratado.

De camino a Babadag es una estupenda guía de turistas, por una Europa que permanece aislada del resto, por una cultura que se niega a dejar sus huellas de identidad, y que es interesante conocer al menos tener referencia de ella a través de los ojos de este talentoso escritor polaco, a quien vale la pena seguirle la pista.

Comentarios

Humberto dijo…
Excelente entrada: me convenciste de leer el libro. En cierto sentido, tu reseña me recuerda un poco a "Érase una vez la URSS", de Dominique Lapierre, con la salvedad de que en éste último el viaje tenía fines periodísticos. Por último, ¿en qué librería lo has conseguido?

Saludos crodiales
Salvatore dijo…
Hola Humberto G. este libro lo puedes conseguir en cualquier librería como Gandhi o El Sótano, pero con toda seguridad lo hallas en El Péndulo.

Entradas más populares de este blog

Jesús: una historia de iluminación

Trece latas de atún

Sintaxis del vampiro