Enseñanzas básicas de los grandes filósofos


Enseñanzas básicas de los grandes filósofos
S.E. Frost Jr
Océano

Publicado originalmente en 1962, este libro es una buena introducción al apasionante mundo de la filosofía a través de diez temas fundamentales de la misma, vistos desde diferentes corrientes de pensamiento.

La estructura del libro es simple, el autor compila los diferentes enfoques de distintos e importantes filósofos en cada uno de los temas. Lo hace de una manera sintética; aunque es importante mencionar que a veces es complicado entender algunas de las ideas de las mentes más brillantes, la verdad es que es muy interesante.

Los temas que se abordan en este libro son los siguientes:

1) La naturaleza del universo
2) El lugar del hombre en el universo
3) ¿Qué es el bien y qué es el mal?
4) La naturaleza de Dios
5) El destino versus el libre albedrío
6) El alma y la inmortalidad
7) El hombre y el Estado
8) El hombre y la educación
9) La mente y la materia
10) Las ideas y el pensamiento

Todos estos temas son comentados por filósofos que van desde los clásicos griegos como Sócrates hasta Fichte.

En realidad este libro es un buen recuento de la historia de la filosofía y yo lo recomiendo para todas las personas que siempre se han hecho preguntas en torno al Universo en el que vivimos y el porqué existimos.

Aquí les dejo solamente las conclusiones del libro para que se den una idea más cabal de la importancia de la filosofía en la vida cotidiana de cualquier persona. Especialmente, de aquellas como yo, gustan de buscar los porqués de la existencia y la especie humana.

"La experiencia de alguien, tanto la de usted como la mía como la de cualquier gran filósofo, puede considerarse como muchas piezas de un rompecabezas. Las piezas están por todas partes en el tiempo y en el espacio. Unas se remontan a la primera infancia, mientras otras están ahora en pleno proceso de alumbramiento. Unas son el el resultado de aconteceres muy remotos, alejados en el tiempo; en cambio otras están dentro del propio cuerpo y representan, a menudo, formas desconcertantes. Cada uno de nosotros trata de acomodar juntas las piezas que son nuestras experiencias, de manera que configuren un cuadro que nos satisfaga.

Usted y yo trataremos muchas veces de forzar las piezas que hay que ajustar, cuando no están hechas para ensamblarse del modo que deseamos. Empujaremos y querremos desplazar las piezas hasta que los espacios que las separan sean tan pequeños como se pueda. Al hacer esto, inevitablemente las desfuguraremos. Por eso, el cuadro final estará lleno de huecos que no podemos ver, pero que son evidentes para otra persona de más experiencia, perspicacia y entendimiento. Habrá ahí contrastes desagradables de colores. Será un cuadro pequeño e incompleto.

Aunque el cuadro que usted y yo realicemos pueda ser adecuado para la mayoría de las situaciones prácticas en que nos encontremos, vendrán tiempos de crisis en los que se manifieste insuficiente. Es posible que una nueva experiencia no tenga en absoluto cabida en el cuadro. En esas ocasiones puede ser que tratemos de reacomodar la piezas, para dar entrada a la nueva experiencia, y al hacerlo formemos un cuadro muy diferente. También es posible que nos deshagamos de esa pieza, diciéndonos que es una experiencia "irreal", falsa, una ilusión.

Las experiencias que un gran filósofo utiliza para entretejer el patrón de su propia filosofía son mucho más numerosas que las nuestras. Procura incluir en su cuadro el universo entero, todo cuanto existe. Además, está siempre pendiente de descubrir huecos, delicados matices, finos cortes en el contorno de las piezas con las que trabaja. Se esfuerza por adiestrar su mente en un alto grado de sensibilidad a estas diferencias. Puede detectar errores en las relaciones de las piezas, que escapan a una mente menos capacitada. Así es como el cuadro que presenta al mundo es más preciso y completo que el nuestro.

Pero hasta el más grande filósofo no configura un cuadro perfecto. Sólo un Dios, que conoce todas las experiencias de todos los hombres y puede detectar las más sutiles relaciones, puede entretejer un patrón perfecto. Ningún filósofo, por grande que sea, es esta clase de Dios. Por eso, el patrón de cualquier gran filósofo es imperfecto y capaz de mejorar.

La historia de la filosofía revela lo diferentes que es la urdimbre de los patrones de los diferentes filósofos que han propuestos diversas soluciones al acertijo que es la experiencia humana. Un filósofo ofrecerá su solución y muchos la aclamarán como la respuesta. Pero no pasará mucho tiempo sin que otro filósofo descubra y señale errores en ese patrón, revele huecos y deformidades, y proponga una solución diferente, que le parezca más cercana a la perfección. A este segundo filósofo lo seguirá, a su vez, otro más que repetirá el proceso.

Así pues, en un sentido real, usted y yo podemos apoyarnos en el hombro de todos los grandes filósofos del pasado. Al observar el mundo, también nosotros podemos formular nuestra propia filosofía, aprovechando su experiencia y su consejo. Podemos aprender de ellos, y al hacerlo, diseñar nuestro propio cuadro más completo y exacto. Cada uno de esos filósofos nos dice: 'Esto es lo que el universo de la experiencia humana representa para mí, y aquí estás los errores que he encontrado en otros filósofos que me han precedido. Esto es lo mejor que soy capaz de saber. Aprovéchalo y empieza a razonar a partir de aquí'.

Usted y yo nos encontramos al final de siglos enteros de batallar con los grandes problemas del género humano. Detrás de nosotros hay grandes mentes que nos ofrecen el servicio de su experiencia y pensamiento. La verdad es que deberíamos ser pensadores más grandes que cualquiera de los anteriores, puesto que contamos con todo ese pasado. Consideremos, pues, lo que estos hombres del pasado nos enseñan. Ponderemos con madurez su consejo. Y sigamos adelante desde el punto en donde ellos tuvieron que detenerse. Éste es el único camino hacia el progreso y hacia una filosofía más perfecta".

Acerca del autor

S.E. Frost Jr (1899-1978) enseñó en el Departamento de Educación del Brooklyn College y en la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Doctorado en la Universidad de Columbia, recibió un grado de Bachiller en Teología por parte de la Universidad de Yale. Dedicó muchos años de su vida al estudio y la enseñanza de la historia y la filosofía de la educación, y es autor de numerosos libros de filosofía, religión y educación.

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